Noviembre 28, 2024

La película de Baltasar Garzón

garzon_370x300

garzon_370x300Baltasar Garzón mira al escritor Manuel Rivas, interlocutor en la charla, y en un momento de debilidad emocional suelta una palabrota: “¿Dónde coño hay un pago del Banco de Santander a mí? […] Por Dios, ¿qué es esto? ¿Por qué? ¿Porque me llamo Garzón?”.

 

 

 

Es un instante de furia, de dolor, parecido al que se ve en pantalla cuando habla de su familia, de las tensiones sufridas por sus hijos -a los que dedicó y dirigió un revelador libro, Un mundo sin miedo-, y que las tres cámaras usadas por Isabel Coixet graban sin descanso. Es 18 de diciembre de 2010, en un frío apartamento madrileño prestado para la ocasión, y el silencio que sigue solo lo rompe la respiración indignada del juez de la Audiencia Nacional, suspendido cautelarmente a la espera de un juicio que nunca llega.

 

 La cineasta catalana, en un texto escrito para presentar su documental, asegura que ya en julio contactó con Baltasar Garzón, a quien no conocía, “para filmar un documento en el que él hablara de la situación por la que estaba atravesando”. Le respondió sin darle muchas esperanzas. Garzón se instaló en La Haya, para trabajar de asesor del Tribunal Penal Internacional. “A cada nueva noticia alrededor del juez, crecía mi perplejidad y aumentaba mi estupor”, escribe Coixet.

Finalmente, concertaron una cita, y la cineasta le pidió al escritor Manuel Rivas que fuera él quien interrogara al juez, mientras ella controlaba desde detrás de las cámaras la grabación. Durante seis horas, el pasado 18 de diciembre Rivas y Garzón se sentaron cara a cara, pasaron frío juntos y repasaron la carrera de una de las personalidades más importantes de la sociedad actual española. El resultado final es Escuchando al juez Garzón, 84 minutos de un documento revelador que se proyectará en el próximo festival de cine de Berlín el lunes 14, en la sección Eventos Especiales, y que posteriormente podrá verse en Internet en la web de cine indie filmin.es. En un blanco y negro excepcional, que de puro gélido salta a la gama de los azules, Baltasar Garzón recuerda sus primeros pasos como juez -el próximo domingo 13 se cumplirán 30 años del inicio de su carrera judicial-, los recuerdos de amigos ya fallecidos, como el juez Giovanni Falcone, a cuyo entierro asiste el español en mayo de 1993, y que le dejan marcado, o su paso por la política y su análisis de los GAL.

También hay tiempo para que describa con todo lujo de detalles los días previos y posteriores a la detención en Londres del dictador chileno Augusto Pinochet, y cómo la embajada británica en España apoyó sus pasos. Y en la media hora final llegan los temas actuales, los tres sumarios a los que se enfrenta Garzón. Como describe Coixet: “En medio de todo esto, un juez que, a mi modo de ver, no ha hecho más que hacer su trabajo. Con rigor, con pasión y con entusiasmo. Algo de lo que no andamos precisamente sobrados”. El hombre detrás de la figura judicial se enfada, cuenta cómo alguien quemó los coches del ahora marido de su hija y de un escolta, los miedos que ha superado junto a su familia, los asaltos a su hogar y el mancillamiento de su nombre. Es Garzón, sí, pero como nunca le hemos visto. “Al acabar el montaje, se lo mostramos y Garzón dio su aprobación inmediatamente, sin tocar un fotograma”, recuerda Coixet. “Luego, dijo tímidamente: ‘¿No se me ve muy crecido?’. No dudé en contestar: ‘Baltasar, si con todo lo que estás pasando, no se te viera crecido, ¡empezaría a preocuparme!”. Garzón sigue a la espera de fechas para su juicio.

 

 

………

 

 

 

“A partir del ‘caso Gürtel’ comienzan un acoso y una persecución implacables”

A continuación se ofrece un extracto de las respuestas de Baltasar Garzón a Manuel Rivas en el documental Escuchando al juez Garzón, de Isabel Coixet. Algunas declaraciones han sido editadas para su mejor comprensión.

» Crímenes del franquismo. “Lo que me llamó poderosamente la atención, de una forma que me derrotó, fue que después de 70 años en España no hubiera un organismo que tuviera un índice, un documento donde estuvieran identificadas las víctimas, el número y los lugares, es decir, un mapeo de aquel fenómeno. Es verdad que en algunas comunidades autónomas se ha hecho, y algunas asociaciones de la memoria histórica lo han hecho, pero a nivel de Estado no existía”.

» La cacería, el ‘caso Gürtel’ y el acoso. “Hay una fecha que para mí es determinante, que es cuando estalla el denominado caso Gürtel. A partir de ahí, con aquella mascarada que montaron determinados medios de comunicación en torno a la cacería […] comenzaron el acoso y una persecución implacable en mi vida privada y en la vida profesional, con denuncias y querellas constantes, solo por estar investigando delitos graves de blanqueo de dinero, que era mi obligación como juez, nada más”.

» “Me siento condenado”. “Se están necesitando dos años para que se celebre el juicio de la Memoria Histórica, dos años para un caso que no tiene nada que investigar y en el que además ha sido denegado todo. ¿Esto qué es? No soy yo el que lo tiene que decir. Solamente analicemos la situación y que cada uno saque sus propias conclusiones. Yo lo único que he pedido es que me juzguen ya para poder defenderme, aunque visto lo visto va a ser bastante limitadamente. Todo es muy llamativo. Algunos me han preguntado: ‘¿Usted se siente condenado?’ Hombre, sentirme condenado, sí; estar condenado, no. Es diferente. Por lo que estamos viendo sí me siento condenado. El tribunal que admite la querella hace además acto de instrucción y me va a juzgar también. […] Ahora, ¿estoy condenado? No. ¿Tengo energías para seguir? Sí. Y lo voy a hacer”.

Más adelante, Garzón ahonda en el tribunal que le va a juzgar. “Me encuentro en una situación en la que cinco de los siete magistrados que me van a juzgar son los que admitieron la querella, los que han resuelto los recursos contra esa admisión, los que han dado participación a todas las partes, los que han resuelto todos los recursos planteados por esas partes, los que han confirmado la decisión del juez instructor de imputarme, de no sobreseer el procedimiento, de abrir procedimiento contra mí, los que me han denegado las pruebas. ¿Usted cree que me puedo sentir absuelto?”.

» Corrupción. “La corrupción es el cáncer de la democracia. Democracia y corrupción deberían de ser incompatibles. Corrupción y dictadura… la propia dictadura es una corrupción. Son términos que pueden ir enlazados y del brazo permanentemente […]. Es incompatible que el sistema democrático pueda beneficiarse de comportamientos ilícitos. El liderazgo político, el liderazgo social, conlleva una carga de confianza hacia el ciudadano, y el ciudadano necesita confiar en los líderes políticos que le representan. Cuando lo que se le enseña o se transmite al ciudadano es que todo vale, que no importa, que lo trascendente es que no te pillen […] que no sepan que has metido mano en la caja… Eso es una filosofía peligrosísima. Esa ha sido la cultura durante muchos años en España […]”.

“Aquí lo que ha pasado es que ya no da miedo ser corrupto. Porque lo eres y te siguen eligiendo, te siguen celebrando. Y toda la fuerza va dirigida a decir: ‘Esto es una tontería, si el malo es el juez. ¿Cómo se atreve? ¿Pero qué hace? Si hizo aquello, si hizo aquello’. ¿Cómo pueden atacar a las instituciones de esta manera? Al juez, al fiscal, a la policía, al Gobierno, a todos. Hay unas personas que están siendo investigadas con todas las garantías, se desarrolla esa investigación, unos quedan fuera, otros quedan dentro, un juez empieza, otro continúa y ratifica las medidas iniciales, y a un juez se le somete a un juicio ante el Tribunal Supremo, cuando otros han hecho exactamente lo mismo. Y se acota respecto a Baltasar Garzón. ¿Por qué? Es una pregunta que me estoy haciendo todavía”.

» “Por Dios, ¿qué es esto?”. “De las tres causas, esta [la de los supuestos pagos] es la más desquiciante. Es para mí alucinante. No entiendo nada. Ya no es que me tenga que defender de acusaciones, es que no sé de lo que me tengo que defender. Porque no sé cuál es la acusación. La acusación de que he cobrado dinero, que no he cobrado, que he percibido fondos, que no he percibido, que he distribuido, que no he distribuido, que he gestionado, que no he gestionado… Es decir, no sé a día de hoy por qué se me está investigando, por qué se me ha abierto una causa general. En Estados Unidos, cuando llego lo que hago es, sencillamente, por mi carácter altamente inquieto, no quedarme tranquilo como me podía haber quedado…”.

Sigue la conversación:

“Entonces de ahí se deriva una investigación en la que se llama a los presidentes de las entidades bancarias, a todos los responsables, bueno, a mí, por supuesto. Y todos dicen: ‘Mire, no, no ha recibido, no, no solicitó, no, no’… Encima el juez instructor, incomprensiblemente para mí alguna vez tendré que estudiar en profundidad y analizar qué es lo que ha sucedido aquí, dice que la universidad ha mentido, que yo he mentido, que a mí me están protegiendo, que si mi hija…”.

El juez explica sus cuentas: “Yo era un profesor invitado allí, era el último mono, tenía un despachito chiquitito y estaba allí, y luego, cuando había un evento de estos, se convocaba al público y ya está. Hombre, no es de recibo que se ponga en duda esto, sin ninguna base, y se acuerde una investigación de todas mis cuentas. Muy bien, que investiguen lo que quieran, se van a encontrar mi sueldo, mis derechos de autor de las obras que he publicado y lo que he podido cobrar de la universidad y de las conferencias que he podido dar. Todo está ahí. ¿A qué viene esto? ¿A qué viene esto? Pero es que incluso están llegando a cuentas que son tituladas por otra persona que no está implicada para nada. ¿Hasta dónde? Y después, oiga, yo le he aportado el número de mi cuenta en Nueva York, mire usted, este es el número de mi cuenta, pida usted el saldo. Pero es más, es que le voy a dar más, le voy a dar todas las nóminas que tengo, los cheques de la universidad, pida la contrastación, pida la declaración del responsable de finanzas, del responsable legal, hágalo por comisión rogatoria, hasta he puesto las preguntas para que libremente digan allí todo. No sé qué hacer más. Es que se ha llegado a publicar en un libro que está en la base de todo esto y que en su momento tendré que exigir las responsabilidades, y se ha editorializado en algún medio de comunicación con un director amigo mío, que mi patrimonio está más allá de los once y pico millones de euros. Pero, ¿están locos? Pero, ¿esto qué es? Pero, ¿cómo se puede destruir a una persona? ¿Qué es eso de los pagos de Nueva York del Banco de Santander? ¿Dónde coño hay un pago del Banco de Santander a mí? Ni a nadie de mi familia. Y las cosas están ahí y siguen y siguen. Por Dios, ¿qué es esto? ¿Por qué? ¿Porque me llamo Garzón?”.

» “Que no impliquen a mi familia”. “Si quieren acabar conmigo que lo hagan de otra manera, pero que no impliquen a mi familia, que no impliquen a mis amigos, que no estén destruyendo a unos y a otros. Aquellos que creen en la justicia se están echando las manos a la cabeza. A mí me llaman: ‘¿Qué hacemos’. Desde febrero: ‘Oiga, pero si nosotros hemos estado allí, si sabemos que esto no es’. […] Los cobros, los pagos… claro, eso va generando una base y el ciudadano normal acaba diciendo: ‘Oye, pues algo habrá, ya se habrá llevado algo ese, el sinvergüenza este, mira el de los derechos humanos, mira’. Es una fórmula evidentemente concertada por quienes dicen esto para que el apoyo o la credibilidad de una persona caiga: ‘Hombre, este que está diciendo que lucha contra la corrupción y ahora resulta que se lo está llevando crudo, pues vaya credibilidad, ¿no?’. ¿Cómo combates eso? Porque a mí lo que se me está diciendo es que pruebe un hecho negativo. Es que es incomprensible porque incluso cuando demuestras el hecho negativo todavía se te siguen exigiendo responsabilidades. Entonces, yo, ¿qué tengo que hacer?”.

» Amenazas de extrema derecha. “Yo estoy ahora en La Haya y lo primero que se recibió fue una información de que un grupo de extrema derecha, Combat 18, había cruzado unos correos diciendo: ‘Hay que liquidar al juez porque está investigando los crímenes del franquismo’. No lo había dicho nunca, pero, bueno, lo digo ahora. ¿Cómo explico yo esto a mis hijos? Ellos tienen que aprenderlo, ellos tienen que vivirlo”.

» La gravedad de la prevaricación. “La acusación de prevaricación respecto de un juez es la más grave que se le puede hacer. El dolor que lleva consigo es muy grave, sobre todo cuando uno tiene la conciencia y la seguridad de no haber cometido ningún delito, de haber hecho lo que tenías que hacer como juez, juez competente al que le correspondió por sorteo riguroso esta investigación. He tenido que sufrir incluso las dudas de que se podría haber alterado el reparto para quedarme con el asunto. Eso es especialmente doloroso porque quien se atreve a dudar de eso […], es decir, de haber actuado correctamente, tiene muy poca sensibilidad”.

» “Se quiere acabar con un modelo de juez”. “Yo no sé si se pretenderá eso o no, pero desde luego lo que sí se quiere es acabar con un modelo de juez. ‘No más Garzón’ es lo que están pidiendo todo ese conjunto de medios que jalean desde la extrema derecha y desde la radicalidad y el fanatismo más absoluto. Que se vaya Garzón, que se vaya cuanto más lejos de España mejor y que desaparezca de la faz de la tierra, que es pernicioso para la sociedad española. En fin”.

» “Nunca seré derrotado”. “No me puedo sentir derrotado. No, no. En absoluto. Al contrario, tengo más ganas que nunca de que se establezca cuál es la verdadera situación. Y además es que no me puedo sentir, no me puedo permitir, ni yo ni ningún juez. Si tú has aplicado las leyes, has interpretado y ahora te encuentras en esa situación, sí te pueden hundir, claro, me pueden hacer perder la carrera. Sí, en ese sentido alguien puede decir que me ha derrotado. No en mis principios y mis convicciones, en lo que yo siento que es la justicia… En mi defensa por lo que creo que es justo en la aplicación de la ley y de las víctimas no me van a derrotar jamás. Me pueden echar, sí, y eso será muy doloroso, pero desde luego seguiré peleando y seguiré denunciando aquello que creo que debe ser denunciado”.

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