“La gente tiene razón… “ Así se llamaba el documento que en 1998, circuló por todos los costados del mundo político chileno.
Los concertacionistas, sus allegados, sus más cercanos, sus aliados, sus incondicionales, sus funcionarios, esos iluminados se tomaron un tiempo para hacer una evaluación, se tomaron su tiempo para mirar… al Chile real.
En aquel documento no estuvieron todas las firmas, se sabe que el entonces presidente FREI, el mismo que llegó segundo algunos años después, insistió para que sus cercanos colaboradores no estampen su firma en aquel ignominioso mea culpa, que incluso había sido redactado por un propio camarada del partido del presidente.
Habían pasado ocho años desde que las Fuerzas Armadas abandonaran La Moneda, dejando a Pinochet como Comandante en Jefe y después con las jinetas de senador. Los militares dejaban un país amarrado a unas pesadas cadenas institucionales, que se arrastran hasta los tiempos actuales. Un país diseñado a puño y letra para utilidad y beneficio de los que actualmente gobiernan
Era 1998, los tiempos concertacionistas cuando el embrujo de la victoria los tenía mareados, todo era casi perfecto. Cada día que pasaba se acomodaban de mejor manera al placer en los altares. Lentamente ya eran parte del andamiaje militar, y claro, desde esas alturas los problemas del Chile real eran muy poca cosa. Yo, tú, nosotros y el binominal. Sabían que en las siguientes elecciones ellos sacarían el candidato del sombrero de los magos de la Concertación, y…. a votar por el.
En aquel documento de 1998 hicieron algunos anuncios notables, se hablaba de “tareas pendientes” y también que la transición a la democracia había sido “incompleta”, dijeron: “la gran mayoría del país está en desacuerdo con aspectos fundamentales con la constitución que nos rige” y en aquella autoflagelación dejaron estampado, “mientras no exista un marco constitucional que represente un amplio acuerdo, o en su defecto, la decisión de la mayoría ciudadana, la institucionalidad política seguirá careciendo de la necesaria legitimidad”
Suelen en estos pergaminos habituales escribirse palabras duras, violentas autocríticas, que son señales para los que pululan cercanos a ellos, para mantener expectantes a los que han depositado su confianza y son traicionados. Claro, entre las frases más conocidas estará, el futuro de Chile, el bienestar de todos los chilenos. De consagrar derechos fundamentales, nada. De allí acercarse a las grandes alamedas, de eso… nada en absoluto.
Pero en este caso hay un delito que deberemos considerarlo mayor. Chile es un país sin transición. Acá no hay nada inconcluso… porque nada se ha iniciado. Chile es el mismo que dejaron estructurado las Fuerzas Armadas, y eso confirma que hubo negociación.
El Chile real es el que entregaron las Fuerzas Armadas y que sencillamente se administra hasta hoy. Y eso tiene que ver con la legalidad del modelo institucional. Una lectura sencilla nos hace entender que si el famoso documento “la gente tiene razón”, dice que durante 1998 se vivía en la ilegalidad, y los años siguientes han sido lo mismo, nada ha cambiado, en resumen puros años ilegales.
Es que la ilegalidad está determinada por emanar de un régimen ilegalmente iniciado, o porque la Constitución fue ilegalmente instaurada, en resumen, Chile es un país que está sometido a una institucionalidad ilegal, y si eso así fuera, haría a los concertacionistas más cómplices al administrar gobiernos ilegales. La derecha no está administrando nada ilegal, son los patrones… es su modelo
Después de aquel macabro documento “la gente tiene razón” de 1998, los dirigentes de los partidos integrantes de la Concertación, que son los mismos de ahora, dieron vuelta la hoja y siguieron en sus autos sin alterar en nada el modelo ni el rumbo, en su interior y exterior eran gente feliz, portadas en diarios y revistas, estrellas invitadas a la televisión, con un micrófono cerca se volvían locos, cada opinión más alejada de la realidad, cada intervención más falsa que la anterior, el mundo a sus pies, saliendo por el planeta a vociferar que el pueblo y el gobierno eran…hermanos .
Veinte años pasaron riéndose del pueblo, usando un sistema electoral clasista y excluyente, un Congreso convertido en propiedad privada de un grupo de dirigentes políticos, elegidos en oscuras transacciones. Todos rindiendo pleitesía al modelo del cual se sienten guardianes, y unos eternos agradecidos.
“La gente tiene razón…”
El terremoto dejó cerca de un millón de chilenos sumidos en la pobreza, es la verdad que la Concertación no quiere reconocer. Esos miles de chilenos eran pobres antes del terremoto, la tragedia natural los puso sencillamente en evidencia, fueron las portadas de los diarios y revistas, esa era justamente la cara que siempre ocultaron los Lagos, los Frei, los Escalona, Los Andrade, los Toha, y la lista es larga, y mas. Esa cáfila de Ministros, seudos servidores públicos entregados por entero al placer del beneficio, que otorga la administración de un modelo que tiene cautivos a miles de personas, el trabajo mal pagado, a tener que pagar por sus derechos fundamentales.
Nos acostumbraron a que sea la calle del dinero, la que se transita y que nos lleva a los hospitales, colegios y universidades.
“La gente tiene razón…” lo que sucedió es que la Concertación traicionó