Estos días me he estado preguntando qué hay detrás de la beatificación de Juan Pablo II. Por qué la Iglesia de Benedicto XVI toma tantos riesgos para levantar a los altares a un hombre de fe, indudablemente profunda, pero que al mismo tiempo fue un jefe de Estado, con todas las contingencias que implica el larguísimo tiempo que condujo a la Iglesia católica.
La celeridad con que se gestionó la beatificación de la madre Teresa de Calcuta no tuvo ninguna oposición ni escollos por las características místicas y la naturaleza de su opción, de entrega incondicional hacia los pobres. Es decir, era tal el reconocimiento que no representaba polémicas mayores. En cambio, la celeridad en el caso de Juan Pablo II se antoja imprudente, pues pueden surgir documentos, testimonios y hechos que pongan en entredicho todo el proceso de la causa de beatificación que ha llevado la Santa Sede con una aparente aureola de rigor. Parece no importarle, pues desde hace tiempo hubo consigna de beatificar por decreto a Karol Wojtyla. Por ello, me inclino a pensar que más que una decisión religiosa es una opción política. Es que el pontífice, durante 27 años, asumió riesgos en diferentes coyunturas y tomó decisiones polémicas. ¿Por qué la prisa? Sobre todo que aún quedan por evaluar con mayor serenidad la actuación del pontífice polaco durante el derrumbe del bloque socialista, las acciones encubiertas de la Iglesia católica durante el fin de la guerra fría; sus alianzas con Reagan, la
Resulta contradictorio que sea en México, la tierra y nación más fértil para Wojtyla, donde surgen muchas dudas y reproches a su beatificación. Sin duda, en el caso Maciel resulta hasta ridículo el argumento del desconocimiento y engaño siniestro hacia el Papa. Recordemos que en nuestro país Juan Pablo II tuvo una plataforma de lanzamiento mundial, las imágenes marcaron su pontificado: la multitud entregada al pontífice. Aquí descubre y desarrolla su fórmula de Papa viajero, que convoca a muchedumbres y convive con desenfado la diversidad de las culturas. Da la impresión que no gobierna a la Iglesia en Roma, sino desde sus viajes incide en las circunstancias locales, porque se convierte en un actor protagónico en las plazas que visita y posiciona con energía las agendas de las iglesias locales con perspectiva pontifical.
Todos hemos sido testigos cómo la Iglesia en los años recientes ha perdido presencia internacional. Su autoridad moral se ha deteriorado y a Benedicto XVI se le percibe acosado por el fuego cruzado en las luchas palaciegas del Vaticano, llamado por él mismo enemigo interno
. Quizá la Iglesia católica quiera recuperar en medio de esta crisis parte del glamour, con la beatificación, de su pasado reciente aunque sea una ilusoria burbuja, recuperar ese triunfalismo de masas. Probablemente también, incida la vieja guardia curial de Juan Pablo II, que ante las amenazas y juicios críticos de encubrimiento y corrupción (Valentina Alazraki) haya empujado para protegerse. Por tanto, pretenden no sólo la beatificación del personaje, sino del pontificado. También cabe la hipótesis de que sea el propio Benedicto XVI quien quiera enviar una clara señal, con la beatificación, de continuidad. Fortalecer su rol, zarandeado por las tempestades mediáticas y crisis internas que han puesto en cuestión su mando. Legitimar pues, su anunciado proyecto de saneamiento, reforma de la curia, y sobre todo posicionamiento moderado frente al Concilio Vaticano II. Hay, como sabemos, sectores progresistas, muy disminuidos, que le reprochan haber abandonado los principios e inspiración conciliar (Hans Kung) y otros sectores teológicamente ultraconservadores que le presionan para que redacte una especie de Syllabus o colección de errores y abusos de interpretación del mítico espíritu conciliar. Las polémicas en torno a la beatificación de Juan Pablo II llevan a una reflexión más profunda y serena de su pontificado; a seis años de su muerte nos permite analizar con mayor claridad aciertos y yerros de un pontificado que, independientemente de sesgos, ha marcado profundamente la vida y la historia de la Iglesia católica contemporánea.