Así no más son las palabras con sus resonancias particularmente pegajosas. Se da una comprensión instantánea, un juicio tácito que las hacen correr como un reguero de pólvora de oído a oído, ellas valen más que una campaña de imagen diseñada por expertos y por cierto que mucho más que el discurso político determinado a repetir una idea hasta el cansancio.
El presidente Piñera es tan dado a jugar con los signos, que creyó haber clavado la rueda de la fortuna con el número 33 que le habría enviado la Divina Providencia , lo repitió en forma majadera, y mostró su mensaje escrito hasta desteñirlo por completo. El papelito devino rápidamente en un papiro, en un artefacto de museo.
En cambio las palabras que son volátiles, libres, y de vez en cuando pegan saliendo al aire en el momento menos pensado, son tomadas de manera pura y sencilla al pie de su fuente por los oídos de las gentes que sin siquiera proponérselo, en ese acto las potencian. Al parecer las palabras en la cabeza de cualquier persona, obedecen a una compleja estructura mental imposible de manejar, de controlar. Una vez emitidas nada se puede hacer, “a la rosa que se deshojó, no se le puede sacar otro pétalo”, tal como afirma certeramente N. Parra.(1)
De manera que existe el vínculo fatal de la irrupción de Piñera con el devastador terremoto-maremoto, o marepoto como lo inmortalizó el mismo en una de sus tantas lastimeras arengas. A este juego de causa-efecto refrendado por la no menos significativa réplica en el día del cambio de mando, se han sumado otras calamidades. El derrumbe de la mina con la sepultación de los 33 mineros sin ir más lejos, el alejamiento de Bielsa de la selección, el incendio de la cárcel con sus trágicas consecuencias, y por ahora la delicada suerte de los habitantes de Punta Arenas, muchos de los cuales se arrepienten de haberle dado el voto a su verdugo.
Lo de reguleque fue notable, el pensamiento sincero de una estrecha colaboradora de su gobierno, el ser emitido sin mayor reflexión, golpeó duro a los chilenos. Ella se estaba sacrificando por un sueldo considerado insuficiente, por servir generosamente a su clase. El instinto de clase en la clase alta es potente, de modo que hay que entender su desacierto lingüístico en el contexto en que fue emitido, sin embargo, es imposible comprender que un sueldo de $ 3.600.000 sea despreciable por lo menos para el 95% de los chilenos en que sus ingresos están por muy bajo ese monto.
Lo de Ravinet y su “vale callampa” se venía venir, en política todo se puede perdonar, menos, el pasarse al enemigo. Los traidores son descartables en todas partes del mundo, de la Coalición por el cambio ya no queda nada, nada de Flores, nada de Schaulsohn. El cambio de gabinete tiene un solo significado: vuelta a la Derecha de siempre, vuelta a los ministros avezados, a los ministros políticos, vuelta a la vieja Alianza.
Sólo restan dos incógnitas por resolver, y así como las espontáneas palabras tienen doble filo, los golpes políticos también lo tienen, y aquí ha ocurrido un golpe:
i) ¿serán gravitantes Allamand & Mathei, se someterán a Piñera & Hinzpeter, o sólo se trata de una concesión estratégica del personalismo del presidente y su Nueva Derecha? Reeditar la patrulla juvenil es tan difícil como juntar a Los Prisioneros.
ii) ii) La revalorización del mundo político llevará a una consecuente revalorización de la Concertación , la figura de Bachelet estará presente tal como lo está la cordillera de los andes: inmutable, con más o menos nieve, pero siempre ahí. Este hecho, será base para la tentación de la moribunda Concertación de insistir en lo mismo que le dio tan buenos resultados para administrar el poder, pero también para maniatar a la Izquierda y controlar al pueblo.
No hay que menospreciar a la Derecha , ella es versátil en su comportamiento, generalmente va un paso adelante. Yo mismo he caído en esa tentación, me cuesta pensar que Piñera terminará normalmente su período, algo raro se respira.
(1) Último brindis / Canciones rusas / 1967
René Dintrans
erredintrans@yahoo.es
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